Una refutación de la Evolución
La Biblia presenta que Dios creó el universo y todo lo que en él hay. En contraste la teoría de la evolución enseña que el hombre es el producto del desarrollo de formas simples de vida a formas más complejas, por azar, tal como una máquina que se auto construye a sí misma. La teoría de la evolución rechaza la necesidad de un Creador inteligente o un Diseñador Maestro.
La Biblia presenta que Dios creó el universo y todo lo que en él hay. En contraste la teoría de la evolución enseña que el hombre es el producto del desarrollo de formas simples de vida a formas más complejas, por azar, tal como una máquina que se auto construye a sí misma. La teoría de la evolución rechaza la necesidad de un Creador inteligente o un Diseñador Maestro.
Este folleto es una adaptación de un artículo en el sitio, www.earthharvest.org titulado, “Dios como Artista.” Por Sherif Michael
1. Evolución viola la Primera Ley de la Termodinámica (conservación de la energía).
Ésta dice: “La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Nada de lo que está en la actual economía de la ley natural puede dar cuenta de sus propios orígenes.” La estructura actual del universo es una de conservación. El modelo creacionista está de acuerdo con esta ley. Nada se crea sin que una inteligencia intervenga. Motivado a que Dios ha cesado su obra creadora (Génesis 2:3), la energía ya no es creada. A fin de cuentas el evolucionista realmente no explica el origen del universo. Él empieza con un universo primitivo, pero ¿De dónde vino este universo? No hay respuesta.
2. Evolución viola la Segunda Ley de la Termodinámica (disipación de la energía).
La energía disponible para trabajo útil en un sistema funcional tiende a disiparse, aunque el total de la energía permanezca constante. Los sistemas estructurados progresan de una forma más ordenada y más complejo, a uno menos ordenado, desorganizado y aleatorio (la “entropía”). Pero según esta ley, la tendencia de todos los sistemas es hacia el deterioro. Aun que la evolución viola directamente esta ley, los evolucionistas “científicos” ignoran la violación, proponiendo que ¡el universo ha funcionado en contradicción de esta ley por billones de años!
3. La Ley de la Bio-Génesis donde la vida viene solamente de una vida preexistente y solamente se perpetúa en su propio tipo.
Evolución cree en la “generación espontánea” donde la vida aparece cuando un rayo golpea primero en algo denso y de alguna manera se forma una célula viva. Pasteur (1860), Spallanzani (1780), y Redi (1688) refutaron que los gusanos pueden venir de la carne descompuesta, que las moscas pueden venir de las cáscaras de bananas, que las abejas pueden venir del ganado muerto, etc., etc. Cuando la materia deteriorada se sellaba y se preesterilizaba, no salió vida ni hubo contaminación biológica. Aunque los científicos refutaron esto, ¡los “científicos” evolucionistas regresan a afirmar lo imposible, lo no científico!
4. No hay evidencia en el registro fósil que sustancie la evolución.
Evolución propone que vida como lo conocemos, con el hombre siendo el organismo más complejo, ha resultado de una progresión básica de la vida: terminando en el hombre. Este proceso es así: materia inerte, a protozoarios, a invertebrados metazoarios, a peces vertebrados, a anfibios, reptiles, aves, cuadrúpedas con piel, simios, y al final al hombre. Si la teoría de la evolución fuera precisa debería existir una vasta cantidad de formas intermediarias preservadas objetivamente en el registro fósil. Estas formas en transición están totalmente ausentes del registro fósil. Los evolucionistas a sabiendas de este error en su sistema de creencias, ahora argumentan que no hay fósiles presentes porque fueron breves “explosiones evolutivas” durante billones de años, y que debido a su brevedad y rapidez no dejaron ninguna huella en el tiempo. Esto es totalmente en contra de los principios de la misma evolución, que dice que es lento.
5. El registro fósil ha fallado en documentar un solo “eslabón perdido” que sea verificable entre el mono y el hombre.
Abundan las compilaciones sobre evidencias superficiales e imprecisas, construcciones altamente especulativas e interpretaciones de artistas; pero no existe ninguna evidencia científica. Los “hallazgos positivos” de un “eslabón perdido” son anunciados periódicamente y subsecuentemente se ven embrollados en controversia, son revisados, o denegados. El hombre de Nebraska fue construido en base a un descubrimiento de un simple diente en 1922 que resultó ser el diente de una especie extinta de cerdo.
El hombre mono de Java (Pitecantrepus Erectus hombre mono erecto) fue reconstruido en 1981 de base a un pequeño fragmento del tope del cráneo, un fragmento de hueso de un muslo izquierdo y tres dientes molares. Los restos fueron recolectados en una extensión de unos 21.3 metros en la vieja ribera de un río mezclado con huesos de animales extinguidos. Se encontró supuestamente un eslabón perdido con escasísima evidencia sin pruebas de que las piezas encontradas pertenecían al mismo animal. El Dr. Eugene Dubois, un ferviente evolucionista, luego llegó a la conclusión de que los huesos eran los restos de algún tipo de gibón, un mono.
En 1912 Charles Dawson, un paleontólogo amateur produjo algunos huesos, dientes y algunos instrumentos primitivos que encontró supuestamente en un hoyo de gravilla en Piltdown, Sussex, Inglaterra. En octubre de 1956 la revista Reader’s Digest publicó un artículo titulada “El gran engaño de Piltdown”. Un nuevo método de absorción de Fluoruro para datar los huesos reveló que los huesos de Piltdown eran fraudulentos; los dientes habían sido afilados, los dientes y huesos habían sido decolorados con bicromato de potasio para ocultar su verdadera identidad. Todos los “expertos” habían sido engañados durante más de cuarenta años.
Por muchos años el hombre de Neandertal fue considerado como un eslabón perdido. Se le representaba como una criatura peluda, semi-erguida, pecho circular, y la mayoría de las veces con un garrote en la mano. Pero otros esqueletos Neandertales revelaron que el hombre de Neandertal estaba totalmente erecto, completamente humano, y con una capacidad cerebral que excede la capacidad del hombre moderno por un 16 por ciento. Se concluyó que el espécimen inicial estaba tullido por artritis ósea y raquitis. Hoy se considera al Hombre de Neandertal como el Homo Sapiens (un hombre moderno).
Henry Morris en su bien escrito libro “Creación y el Cristiano Moderno” señala:
“Si la evolución fuese cierta entonces las diferentes etapas de la evolución humana deben ser las mejores documentadas de todas, debido a que el hombre supuestamente es la más reciente llegada evolutiva, y porque hay mucho más personas investigando en este campo que ningún otro para lograr evidencia fósil. No obstante, como se destacó anteriormente, la evidencia actual aún esta extremadamente fragmentaria y muy dudosa. Todavía es un asunto de fuertes disputas entre los antropólogos evolutivos el definir exactamente cuales fósiles homínidos pudieran ser los ancestros del hombre, cuando y en que orden”.
H. Morris señala que el tan ansiado ancestro común del hombre y del mono, especialmente del “Autralopithecus” incluyendo al famoso “Lucy” (supuestamente el fósil homínido más antiguo), ahora parece que todavía vive en la forma de un chimpancé pigmeo conocido como el “bonobo”. El “bonobo” habita en las selvas de Zaire y es casi idéntico a “Lucy” en tamaño de cuerpo, estatura y tamaño de cerebro. (Science News, 5 Febrero, 1983, Pag.89).
6. La evolución falla en explicar la existencia de tan siquiera una “célula simple”.
El organismo unicelular más simple posee en sus genes y cromosomas un trillón de piezas de información genética. Hay cientos de miles de genes en cada célula. La mayoría de las formas de vida tienen tales células complejas en perfecto orden. No hay manera de que un proceso al azar pueda organizar tanta data masiva. La posibilidad matemática de que un cuerpo humano sea formado accidentalmente es la misma que la de una explosión en una imprenta pueda formar un diccionario.
Sir Fred Hoyle, ateo, y creador de la teoría “estado-continuo” del origen del universo, cree que las probabilidades de que la casualidad haya formado la vida en el planeta son tan pequeñas que pueden ser comparadas con la casualidad de que “un tornado atravesando un depósito de chatarra pudiera ensamblar un Boeing 747 con los materiales que allí se encuentran” (“Hoyle on Evolution,” Nature, Vol. 294, Nov. 12, 1981, p.105). Hoyle y Chandra Wickramasinghe, un astrónomo matemático, calcularon la posibilidad de que la vida haya surgido espontáneamente en cualquier lugar en un universo con un radio de 15 billones años luz y al menos 10 billones de años de antigüedad. Encontraron que el chance de que esta probabilidad ocurra es menor a uno en 1 con treinta ceros. Con reticencia Sir Fred Hoyle y el Dr. Wickramasinghe han llegado a la conclusión de que la vida tiene que haber sido creada por una Inteligencia más Elevada (como una clase de inteligencia panteística que creó las esporas de alguna manera en otras partes del universo y que luego fueron arrastradas a la tierra), dado que es sumamente complejo que haya surgido de procesos naturales.
Sir Fred Hoyle hace otra colorida comparación utilizando una criatura peluda apreciada por los evolucionistas: “No importa cuan grande sea el ambiente que uno considere la vida no puede tener un comienzo al azar. Aunque tengamos tropas de monos escribiendo al azar en un teclado, los monos no podrán producir las obras de Shakespeare por la razón práctica de que todo el universo observable no es suficientemente grande para contener las hordas necesarias de monos, los teclados requeridos, y de seguro las cestas de basura requeridas para la deposición de los intentos equivocados. Lo mismo aplica para los materiales vivos.” (Página 148).
Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
Romanos 1:19-20
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